La verdadera autodeterminación de Venezuela

 In Columnas

Hace dos semanas decíamos que la democracia venezolana estaba en punto muerto y había que buscar cómo revivirla. La respuesta vino desde el mismo país. La decisión de la Asamblea Nacional de juramentar a su titular, Juan Guaidó, como Presidente Encargado, es una luz de esperanza. Más esperanzador es aún que se trate de un líder que viene desde la centroizquierda y que no busca mantenerse en el poder. El mandato de Guaidó es simple: convocar a elecciones lo más rápido posible.

 

Mucha tinta se ha gastado en apuntar con el dedo a quienes, en Chile, aún no toman postura a favor de Guaidó. Más relevante ver cómo los actores políticos aportan, o no, al desafío de reconstruir el país. El infantilismo frenteamplista, por un lado, o la obsesión por la intervención militar extranjera, por el otro, son males a combatir. Pero Venezuela y sus ciudadanos no necesitan de nuestras peleas internas. Bajo la dictadura socialista de Maduro el país ha llegado a niveles insostenibles: más del 80% de sus habitantes en la pobreza, cerca de un millón y medio han tenido que escapar, y el nulo acceso a medicamentos y alimentos está devastando a la que era la nación más rica de Sudamérica. Además, Maduro ha montado un aparato de represión que no tiene nada que envidiar a las dictaduras latinoamericanas de los 80. Las violaciones a los DD.HH. han sido acreditadas por cada uno de los organismos internacionales independientes. El dictador no sólo terminó por hundir las esperanzas de un socialismo latinoamericano en democracia, sino que lo convirtió en sinónimo de dolor y sufrimiento.

 

El camino ahora tiene dos extremos. O la pretensión de Guaidó se cumple, y Venezuela tiene elecciones libres e independientes, o Maduro llevará al país a un baño de sangre. Por ello, la comunidad internacional es clave en lo que viene. El apoyo inmediato de Chile y otros países de la región es una buena noticia, pero esa misma comunidad internacional tiene que resistir cualquier intento de intervención armada. Ya sea a través de los plazos que ha dado la UE o con más sanciones, lo que importa es asegurar que sean los ciudadanos y ciudadanas de Venezuela quienes puedan salir de la crisis. Por eso es tan urgente la convocatoria a elecciones libres. La mejor defensa de la autodeterminación es ésa: que sea ese pueblo el que defina su futuro, y no el cruel dictador de turno.

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