Qué podemos hacer por Venezuela

 In Columnas

La situación en Venezuela es insostenible. La renovación del período presidencial de Maduro por otros seis años no es más que una farsa cruel de democracia, donde el gobierno pretende mostrarse respetuoso de las instituciones pero al mismo tiempo las pisotea. Las elecciones por las cuales Maduro supuestamente fue electo fueron convocadas por un organismo —la Asamblea Constituyente— sin poderes ni legitimidad para hacerlo. La OEA, el Grupo de Lima y otros países han mostrado su rechazo.

 

Por si quedaban dudas, hace unos días fue hecho prisionero por algunas horas el presidente de la Asamblea Nacional, el único espacio controlado por la oposición pero que Maduro ha dejado casi obsoleto. De manera consistente, sin pudor ni respeto por las apariencias, el gobierno terminó por destruir cualquier atisbo de democracia. ¿Qué herramientas tiene Chile, a nivel político doméstico o de Estado, para apoyar el retorno de la democracia en Venezuela? Creo que hay tres puntos clave.

 

Lo primero es aplaudir y apoyar la valentía con que el gobierno ha asumido el desafío. Nuestro país ha liderado el proceso del Grupo de Lima, instancia de coordinación creada el año pasado para apoyar el proceso de retorno a la democracia en Venezuela. Chile y sus aliados tienen que analizar qué sanciones económicas impondrán contra el gobierno venezolano, de acuerdo con la amenaza que enviaron el 4 de enero en caso de que asumiera Maduro. Mientras, el Gobierno ha abierto las puertas a los inmigrantes que escapen del régimen. Si bien hartos criticaron este régimen especial de visas, es la política adecuada.

 

El segundo punto es rescatar el proceso de sectores de la oposición al criticar al gobierno venezolano sin tapujos. Así como las nuevas generaciones en la derecha han refrescado el ambiente al denunciar sin problemas las horribles violaciones a los DD.HH. en la dictadura chilena, vemos signos similares en la vereda del frente. Representantes de la ex Nueva Mayoría, salvo las excepciones usuales, han mostrado su rechazo a la continuidad del gobierno ilegítimo de Maduro. Incluso voces desde el Frente Amplio —aunque menos de las que nos gustarían— se han atrevido a llamar al régimen una dictadura.

 

El tercer punto es dejar de usar el tema como un arma de guerrilla política. Nada de eso le sirve al pueblo venezolano. En un país donde las generaciones más jóvenes muestran preocupantes niveles de desconocimiento del valor de la democracia, es importante que nuestros representantes pongan el eco en las acciones para apoyar su crecimiento y no en una pelea fútil.

 

De tanto ir el cántaro al agua, la democracia venezolana terminó muriendo. Es mejor enfocarse en lo que sí podemos hacer para ayudarlos a reconstruirla, y no en lo que el otro ha hecho (o no) para lamentarlo.

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