Atentos: Noticias falsas o simplemente mentiras

 In Columnas

Los incendios de las últimas semanas han sido el escenario ideal para que no sólo prendan los bosques, sino que también las teorías conspirativas, las mentiras (llamadas de forma más amable, noticias falsas) y el aprovechamiento. Nos hemos visto enfrentados a un torrente de información que, sin ningún tipo de fundamento, y con algo de mala intención, han logrado generar pánico y sembrar más división y odio.

Hace unos días un ciudadano muy activo en Twitter puso una foto acusando a un niño de 14 años de estar quemando un bosque. Luego de pelearse duramente por las redes sociales con los que lo desmentían (incluyendo un faux pas de Carabineros, que ocuparon la misma foto para referirse a un detenido), terminó borrando sus mensajes y pidiendo disculpas a medias por haberse equivocado. En el camino, un niño y su familia se vieron acusados con el dedo de estar provocando incendios, en circunstancias que estaban haciendo todo lo contrario.

En estos mismos días hemos vistos innumerables mensajes en Whatsapp anunciando cortes de luz falsos o hablando de supuestos detenidos mapuche o colombianos. En ambos casos la información resultó ser una mentira. Lamentablemente, en estos casos son pocos los que prefieren enfrentar la información de manera escéptica y la mayoría prefiere creer una mentira.

Hay hartos expertos comentando sobre este fenómeno en opinión pública. Durante años hemos escuchado hablar de los sesgos de confirmación, en los cuales las personas aceptan o creen ciertas informaciones que calzan mejor con sus prejuicios. Si no me gusta el gobierno, es probable que crea informaciones falsas sobre su (falta de) actuar ante los incendios. Si soy partidario al gobierno, es probable que crea mentiras sobre empresarios inescrupulosos que incendian sus propios bosques. Si llevamos esto al extremo, terminamos con una clase política adicta a las teorías conspirativas en el poder, tal como en EE.UU.

Pero bien, ¿qué podemos hacer al respecto? Sin duda hay una labor importante a nivel estatal, persiguiendo judicialmente a quienes fomenten el pánico en la población o a quienes incurran en delitos de calumnias. Pero esos son los mensajes que cruzan la línea. Las mentiras que recibimos a través de internet suelen ser más sutiles y van construyendo realidades alternativas que son difíciles de derribar.

Lo más importante es lo que hagamos nosotros. Cuando nos llega un mensaje por el celular con una supuesta noticia que parece razonable, seamos escépticos, incluso si confiamos o queremos mucho a quién los manda. No se trata de no creerles, pero sin duda es fácil caer en el juego de los mentirosos profesionales que inventan esas historias. Tenemos que estar atentos. Corroboremos las fuentes, veamos si la información aparece en un medio reputado y, sobretodo, corrijamos de forma amable a quienes transmiten mentiras. Porque también es importante que no escandamos la mentira detrás de nombres más amables, como “hechos alternativos” o “mentiras falsas”. No se trata de censurar, sino de recuperar esa útil distinción entre hechos y opiniones, entre lo que nos parece razonable y lo que es verdad.

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