Una tragedia siria

 In Columnas

Miles de kilómetros nos separan de Siria y de la guerra civil que se arrastra durante 7 años. Una guerra que, heredera de la ahora infame Primavera Árabe, partió como el anhelo democrático de los ciudadanos oprimidos bajo el régimen de los Assad. Pero poco a poco, tras la intervención del Estado Islámico, se transformó en el foco más complejo de la geopolitica actual, que enfrenta a Rusia y Occidente, al islamismo con sus opositores y a los rebeldes sirios contra su gobierno.

Esta guerra también ha generado una de las mayores crisis humanitarias que hemos conocido desde la Segunda Guerra Mundial, y sus efectos no sólo han repercutido en los refugiados. En muchos países de la Unión Europea, el populismo y el nacionalismo la han aprovechado para sembrar miedos contra la inmigración. El resurgimiento del nazismo en Alemania, el alza electoral del Frente Nacional en Francia, el Brexit, el triunfo de Orban en Hungría, entre otros, son signos de la reacción ante ese miedo.

El ataque químico aparentemente realizado por el Ejército sirio contra los rebeldes lleva el conflicto a un nuevo hoyo. El mundo ha aprendido de forma cruel que el uso de este tipo de armas debe ser detenido a toda costa En ese sentido, los ataques de EE.UU., el Reino Unido y Francia -que buscaban, según ellos, desarmar el arsenal químico sirio parecen certeros y acertados.

El problema es otro. El conflicto sirio se ha convertido, progresivamente, en una guerra indirecta entre Rusia y Occidente. El equilibrio es extremadamente frágil y nadie quiere hacer algo que traiga un cambio profundo a la zona. Hace unos días, el mismo Presidente Trump – que durante el mandato de Obama fue un férreo opositor a que su pais se involucrara en el conflicto – anunciaba el retiro de tropas norteamericanas en la zona Ahora, amenazado por las acusaciones de intervencionismo electoral ruso, Trump dirige la política exterior desde su celular, y pareciera no importar las consecuencias de sus palabras. Por ello debemos mirar lo ocurrido con cierto escepticismo.

Si bien es importante inhabilitar el arsenal químico de Assad, nada dice que los ataques han conseguido ese objetivo. Al contrario, parecieran más bien el reflejo de un líder impulsivo y de dos mandatarios que buscan cimentar una relación especial con EE.UU. Quienes sufren son los civiles en Siria y los refugiados que han logrado escapar. Un par de misiles no van a resolver esa tragedia

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