Dolores del crecimiento

 In Columnas

Uno de los principales problemas del crecimiento es que duele. No sólo dolor físico, como experimentan algunos adolescentes cuando crecen sus articulaciones y huesos. También duele emocionalmente, a través de los cambios hormonales, los desengaños y la inevitable decepción que viene de las interacciones y trabajo con otros. Pero eso nos prepara para los desafíos futuros, nos enseña a planificar y confiar con lucidez, y a aprender acerca de nuestros propios límites.

Esta pequeña historia pareciera ser la analogía perfecta para describir el proceso en el que se encuentra hoy el Frente Amplio. A 100 días de haberse convertido en la coalición de extrema izquierda más exitosa desde el retorno a la democracia, hoy se encuentra enredada en sus propios errores no forzados.

A diferencia de la ex Concertación y su heredera, la Nueva Mayoría, forjadas al alero de políticos experimentados que hicieron parte de su carrera antes de la dictadura y en la clandestinidad, el FA crece desde las universidades. El movimiento estudiantil, durante años, fue cooptado por la Concertación, que fue muy eficiente en mantener a raya a las organizaciones de izquierda y fomentar sus divisiones internas. Por eso mismo, la reciente suspensión del presidente de la FECh y el congelamiento de relaciones entre los dos principales actores del FA, el Movimiento Autonomista, de Boric, y Revolución Democrática, de Jackson, es sintomático de la inmadurez que ha mostrado su sector.

Esa misma inmadurez los llevó a armar una precipitada acusación constitucional contra el ministro de Salud, que fue rápidamente desestimada por la Cámara de Diputados por no ajustarse a los requisitos formales. El acto precoz fue tratar de mostrar fuerza fiscalizadora antes siquiera de conversar con las otras fuerzas de oposición. El FA, como cualquier adolescente, aún no aprende la necesidad de coordinación y trabajo en equipo. Aún no su pera su propia individualidad.

El aprendizaje que han mostrado sus caras más visibles —Boric, Jackson, Mirosevic— no parece haber llegado hasta las bases del conglomerado. Los nuevos diputados se ven descoordinados y más propensos a movilizar causas individuales que una gran agenda política. Esto mismo es lo que el Gobierno debiera ver como una oportunidad. El FA tiene un número de votos clave que pueden debilitar las iniciativas del Ejecutivo. Por eso mismo, la negociación tiene que ir directo a algunos miembros de la coalición, al menos mientras dure la adolescencia del bloque.

El FA tiene una pequeña ventana de oportunidad. Los primeros 100 días sirvieron para estirar sus músculos y probar su propia fuerza. Pero ahora que el entusiasmo de la victoria se disipa, es momento de aprender de sus propias limitaciones. Si no, será como esos jugadores de fútbol que nunca pasan de ser una eterna promesa.

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