Descoordinación de la oposición: cuidado con los cantos de sirena

 In Columnas

A partir de la votación del PS contra la nominación de Ángela Vivanco a la Corte Suprema, tuvimos durante el fin de semana una serie de artículos y columnas hablando, principalmente, de dos cosas: de la supuesta crisis interna en el partido que se habría gatillado; y del paupérrimo estado en que se encontraría la oposición. Algunos ocuparon recursos lingüísticos al decir que esta crisis no tendría precedentes a nivel internacional y que es impensable que partidos que son exitosos en el pasado pequen de autoflagelantes. Me gustaría detenerme en este tema porque creo que algunos pecan de falta de perspectiva y otros de demasiado optimismo.

Lo primero es plantear lo obvio: la decisión del PS de no apoyar la postulación de Vivanco es, sin duda, una movida que tensiona fuertemente el ambiente en la ex Nueva Mayoría. Al parecer, aprobar su nominación es parte de un acuerdo mayor que permitiría nombrar ministros asociados a los partidos de la NM en el futuro. El PS, extraviado en su nueva definición como partido feminista (declaración que no pocos han tildado de oportunista) y consciente de la necesidad de articular una nueva oposición, ha hecho una jugada arriesgada.

Pero el PS no es el único extraviado. La DC ocupa su tiempo en pelear porque la UDI no ingrese a una organización internacional, mientras que el PPD se debate acerca de donde partir a buscar alianzas. Por mientras, como plantea Ernesto Ottone el fin de semana, el FA trata de crecer emocionalmente en el espacio de poder que ha obtenido. Pero nada de esto es nuevo, nada de esto plantea una crisis insuperable, ni nada de esto es algo inédito a nivel mundial. Al contrario, la social democracia mundial se encuentra en crisis hoy en día y este libreto se ha ido repitiendo de país en país. En algunos, ha significado un retroceso grave de los partidos tradicionales, como observamos en México la semana pasada. En otros, los partidos tradicionales han sabido renacer desde las cenizas, como lo muestra el PSOE en España.

Los partidos políticos no suelen morir por peleas internas o desacuerdos, sino que por falta de votos. Y en ese respecto, la oposición no se encuentra corta, al menos no en el Congreso. Eso no quiere decir que hoy no haya un vacío de liderazgo o una evidente falta de coordinación, pero es algo iluso creer que partidos que han sostenido el poder durante años no serán capaces de adaptarse. Antes siquiera de empezar a derramar lágrimas anticipadas para un funeral, el oficialismo debiera mirar con atención los movimientos internos y las incipientes señales de cooperación. Es evidente que los planes de acción entre el FA y sectores de la ex NM ya están andando, y que es cosa de tiempo para que se ajusten las mecánicas internas de poder.

La tarea del gobierno no es fácil, pues a diferencia de lo que algunos creen, la oposición no se encuentra de rodillas. Al contrario, las acusaciones de una flojera legislativa lograron, de forma fugaz, unificar el discurso opositor haciendo ver que el gobierno controla la agenda en el Congreso. Tanto fue el efecto que el Presidente tuvo que salir a aclarar que el rol de un gobierno no es mandar más leyes, sino que mejorar la vida de las personas. Por lo mismo, el gobierno tiene que navegar entre aprovechar la descoordinación y no motivar una reacción que permita a la oposición actuar unida. Hace unos días enviaron el nuevo proyecto de CAE, el que será sin duda la primera prueba de si encontraron o no la estrategia correcta.

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